Esta vasija se levanta como un tronco.
Delgada, vertical, atenta.
Tiene orejas pequeñas que no cargan,
solo acompañan el gesto de estar en pie.
Su textura recuerda la corteza,
las líneas del tiempo en la madera,
el lenguaje secreto de los árboles
que crecen sin ruido.
Esmaltada por dentro,
puede contener agua, flores, infusiones, silencios.
También puede quedarse vacía.
Igual sostiene.
No está hecha para impresionar,
sino para habitar.
Como un árbol: firme, discreto, presente.
Pieza única.
Hecha y esmaltada a mano, lentamente.
No hay otra igual.
Está disponible para entrega inmediata.
Una vez se confirme el pago, la pieza se alista para partir.
Incluye empaque especial para su cuidado.
Apta para contener líquidos.
Hecha en Medellín, con manos que honran los procesos que toman su tiempo.